lunes, 11 de enero de 2010

Innovar: el hábito de caminar en la frontera



Una analogía que me ha resultado muy útil cuando trato de innovar es pensar en que estoy caminando en una frontera. Una frontera entre lo posible y lo imposible. Cuando uno quiere innovar está caminando en tierras desconocidas, habitadas por los deseos ocultos de las personas. Esta es una tierra inóspita y una zona de alto riesgo y turbulencia. Estamos caminando en carreteras que no han sido abiertas todavía, en caminos hacia el corazón de las personas. Nos movemos en una enigmática frontera entre lo que es y lo que podría ser, entre el presente y el futuro, entre lo que la gente podría amar y comprar o lo que la gente podría no entender y rechazar. El caminar por esta frontera es difícil y riesgoso y nos exige un gran nivel de pasión y perseverancia. Nuestra misión es permanecer cerca de la frontera, aunque sabemos que la línea no está claramente marcada y existe un enorme riesgo en ir más allá de esa línea, pero qué emoción cuando en un proyecto innovador nos acercamos a ella. Cuando somos exitosos en todo lo que hacemos, sabemos que hemos sido muy conservadores y estamos lejos de la frontera. Si no estamos fracasando de vez en cuando, significa que no estamos llendo más allá de la frontera. Esto no es bueno, porque le estamos dando oportunidad a nuestros competidores. Es por esto que debemos de atrevernos a hacer cosas más radicales. Y aún cuando nuestros intentos fracasen, proponiendo productos o servicios que sean muy extremos, más allá de la frontera, ese fracaso será un momento revelador, porque nuestra empresa verá finalmente dónde estaba la frontera y estará en la mejor posición para innovar en su siguiente proyecto, antes y mejor que la competencia. ¿Has caminado alguna vez por la frontera?

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